sábado, 1 de noviembre de 2014

Complejo de Dios- Disección psicológica del superhombre


“ ¿Quién crea el mundo? Quizás el mundo no se crea. Quizás nada se crea. Tal vez, simplemente, el mundo siempre está, ha estado y estará ahí."                                            
Jonathan Osterman (Dr.Manhattan), Watchmen
¿Qué tenemos con los héroes superpoderosos que generan un rechazo casi instantáneo? La cultura popular moderna suele resaltar aquellas historias en las que sus protagonistas reflejen nuestra humanidad, con nuestros fallos y virtudes simbolizadas en los actos de los mismos. Todos quieren a Batman y muchos encuentran a Spiderman entrañable, pero son muy pocos los que admirarían la figura de un ser tan cercano a la divinidad como Superman.

El fenómeno de la identificación es crucial para generar una catarsis del lector o espectador con la ficción en cuestión, es así de simple. Uno puede llegar a comprender el dolor de las decisiones que debe tomar Bruce Wayne, sufrir con las heridas que le son infligidas, podemos sentir pena por la errática vida de Peter Parker y le llegamos a tomar cariño a pesar de sus inusuales habilidades. Conseguimos sentir admiración por ellos porque realmente actúan como personas normales y corrientes: escogen un camino, se equivocan, caen… Y luego triunfan y nos contagiamos de su victoria.