martes, 17 de febrero de 2015

El Gran Hotel Budapest-****


Wes Anderson es un estupendo narrador audiovisual. Rara vez encontramos directores que convierten su relato en una marca de identidad, un verdadero sello de autor reconocible al primer golpe de vista. En esta ocasión, el director de Academia RushmoreLos TenenbaumsFantástico Mr. Fox Moonrise Kingdom vuelve a aportar una nueva obra a su característica filmografía, un filme exquisito en forma, diseño y realización: El Gran Hotel Budapest.

Poco puede decirse de una película de este director que no se haya repetido ya en incontables críticas del resto de sus filmes. Cada plano es una obra de artesanía cuidado al más mínimo detalle, la combinación de técnicas y lugares de rodaje (maquetas a la antigua, stop-motion, acción real...) y el intercambio de formatos entre diferentes espacios temporales confirma la finura con la que está realizada su última obra, de la que hacen gala el resto de sus creaciones. Como un verdadero orfebre que recuerda un poco a Georges Méliès en cuanto a la ambientación de sus narraciones, el cuento de Anderson se despliega ante nuestros ojos con elegancia y agilidad, jugando con las formas y filigranas de cada elemento y utilizando una sabrosa paleta de colores.

domingo, 8 de febrero de 2015

La Oscuridad del Murciélago


Batman. ¿Quién no conoce al Caballero Oscuro en estas fechas? Cinéfilos o no, un gran sector de espectadores de cine y consumidores habituales de cultura reconocen al Hombre Murciélago por la célebre trilogía de Christopher Nolan. Christian Bale clavó su interpretación de Bruce Wayne, Heath Ledger pasó a la historia con su colosal Joker, Tom Hardy se encumbró como actor en su papel de Bane, y otros tantos actores (Maggie Gyllenhaal, Morgan Freeman, Liam Neeson, Michael Caine...) se unieron a una historia contemporánea de Batman que lo catapultó de nuevo al centro del imaginario popular a nivel mundial.

lunes, 2 de febrero de 2015

Boyhood-***1/2


La humildad y la constancia nos salvan de la voracidad del mundo. Se puede llegar a una conclusión así mediante ciertas vías, y una de ellas es ver lo que se consigue con un enorme esfuerzo para contar la historia más sencilla posible: la vida de un chico desde los seis hasta los dieciocho años, con sus quehaceres y los de su familia. Muchas veces nos hemos encontrado con ejemplos de películas simplistas (ojo, simplistas, no simples) que quieren ir directamente a tocar la fibra sensible con un romance rápido, con un drama de lágrima fácil o incluso entretenernos sin complicación con películas de acción o terror que al final todos prevemos. En un caso aparte encontramos Boyhood.

La película que nos ocupa no pretende ser nada especial: ni una comedia, ni un drama, ni lograr un objetivo en concreto para venderse a un gran público. La gran virtud de Boyhood reside en su paciencia, en la modestia de una propuesta tan normal y a la vez tan única que sustenta su pequeña grandeza. El innecesario subtítulo añadido en nuestro país (Momentos de una Vida) revela las perlas de su contenido: cómo captura con precisión cosas tan especiales en nuestra infancia y adolescencia como las primeras gamberradas, las peleas infantiles, el drama familiar desde el punto de vista de un niño, las complicaciones de la preadolescencia, la primera cerveza, el primer amor...